miércoles, 4 de agosto de 2010

La guerra civil del 40 (Parte I)

En junio de 1838 llegó a Buenos Aires el ministro de gobierno santafesino Domingo Cullen, con la misión de obtener un acercamiento entre Rosas y la flota francesa. Pero al parecer se extralimitó en sus órdenes, y negoció con el jefe de la flota el levantamiento de la misma para su provincia, a cambio de ayudar a Francia contra Rosas y suprimir la delegación que su provincia había hecho de las relaciones exteriores en la de Buenos Aires. Pero a mitad de la negociación murió el gobernador Estanislao López, por lo que Cullen huyó a Santa Fe. Allí se hizo elegir gobernador, pero Rosas y el entrerriano Pascual Echagüe lo desconocieron como tal, con la excusa de que era español. Fue depuesto y reemplazado por Juan Pablo López, hermano de su antecesor.
Cullen huyó a Santiago del Estero y se refugió en casa del gobernador Ibarra, desde donde logró organizar una invasión a la provincia de Córdoba por parte de los opositores al gobernador Manuel López. Éstos fueron derrotados, e Ibarra envió a Cullen preso a Buenos Aires. Al llegar al límite de la provincia de Buenos Aires, fue fusilado por el coronel Pedro Ramos en junio de 1839.
Cullen había enviado a su ministro Manuel Leiva a negociar con el gobernador correntino Genaro Berón de Astrada una alianza contra Rosas, que el correntino aceptó. Pero ante la caída de Cullen, buscó apoyo en el uruguayo Rivera, con quien firmó un tratado de alianza, que éste nunca cumplió. Y declaró la guerra contra Buenos Aires y Entre Ríos. El gobernador Echagüe invadió Corrientes y destrozó al ejército enemigo en la batalla de Pago Largo, donde Berón pagó la derrota con su vida.
En mayo, con apoyo y dinero porteño, Echagüe invadió Uruguay, con apoyo de gran número de militares "blancos", dirigidos por Juan Antonio Lavalleja, Servando Gómez y Eugenio Garzón. Llegó hasta muy cerca de Montevideo, pero fue derrotado en la batalla de Cagancha.
El gobierno francés no consiguió mucho con su bloqueo, por lo que decidió financiar campañas militares contra Rosas, tanto pagando un fuerte subsidio al gobierno de Rivera, como a los unitarios organizados en la Comisión Argentina, dirigida por Valentín Alsina. Éstos buscaron un jefe militar prestigioso para dirigir la revolución, y la elección cayó en Lavalle, a quien Alberdi convenció de ponerse al frente de las tropas.

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